sábado, 6 de julio de 2013

Tauromaquia: encierros y corridas

Con los sanfermines que recién empezaron, me parece una ocasión inmejorable para hablar de la tauromaquia y comparar los encierros con las corridas. Después, discutiré sobre la posible justificación del maltrato hacia el toro.












Muchas veces se confunden encierros con corridas, cuando al final son como el agua y el aceite. Un encierro es una celebración en la que varios toros, vaquillas y/o novillos (pueden ir cabestros que dirijan la manada también) son soltados en plena ciudad, y mucha gente que acude a estos eventos multitudinarios corre tras los toros, más o menos cerca de los mismos dependiendo de si son expertos o no y del riesgo que quieran asumir, aunque al final el real peligro no son los toros sino los tropezones o embotellamientos. Una corrida (o una becerrada o una novillada, dependiendo del animal que se lidie) es un espectáculo en el que, después de haber mareado a un toro con un trapo rojo (lo que se llama "torearlo", que todos sabemos lo que es), lo van asesinando poco a poco. Tanto encierros como corridas se practican en España, pero también en Portugal, Francia y Latinoamérica.

Las corridas y los encierros son eventos multitudinarios que atraen a un montón de locales y también turistas, lo que hace que la economía de ese lugar se vea beneficiada. Más allá de todo eso, son parte de la tradición española, que se está convirtiendo también en la de dichos países. Por ello, la tauromaquia está considerada un arte y parte de la cultura española; para los anglosajones incluso llega a ser un deporte (bullfighting). La subespecie utilizada es el toro bravo o toro de lidia (Bos taurus primigenius), antepasado del ganado bovino doméstico. Se dice que, gracias a la tauromaquia, se ha empezado a criar más a esta raza y con ello se ha contribuido a su conservación.

Claramente, el toro de lidia no tiene gran valor gastronómico: comparable al de la carne de caballo. Por ello, ya que ya no se encuentran en estado salvaje, sin la tauromaquia, efectivamente, esta raza se extinguiría, por lo que parece que la tauromaquia le está haciendo un favor a la ecología del país. Sin embargo, debido a que no se encuentran en grave peligro de extinción, hay que tener en cuenta que probablemente bastaría para que no se extinguiera que se mantuviera uno de los dos tipos de exhibiciones: encierros y corridas. Yo no soy aficionado a ninguno de ellos, pero sin duda me parece preferible el primero. El encierro es comparable a las carreras de caballos o concursos de mascotas, con la diferencia de que a menudo los toros después son asesinados o sometidos a una corrida (y, por tanto, asesinados), lo cual debería mejorarse. Por el resto, aunque, lo dicho, no sea de mi agrado, parece bastante inofensivo. El tema de las corridas es totalmente diferente. En ellas, un torero mantiene la lidia del toro con su capote. Después, los subalternos toman parte en la corrida: los banderilleros le clavan las banderillas, y el picador destroza sus tejidos con la puya. Finalmente, el torero definitivamente mata al toro (si no está muerto ya) con el estoque. Mientras, miles de sádicos y sádicas aplauden desde el público. Veo bastantes problemas en este espectáculo, debido al sufrimiento que padece el toro, un ser vivo más que no ha hecho nada malo. Este es, en mi opinión, el peor maltrato animal que hay, al menos de los que conozco. Para empezar, el toro no sufre en la corrida, ya llega "calentito":  sus cuernos han sido recortados, se le han golpeado los riñones y genitales, se le han empañado los ojos con una sustancia (por lo que no ve mucho, y siempre seguirá al capote, pero difícilmente impacte al torero) y otra sustancia se le ha echado a sus pies, razón por la que no es capaz de parar quieto (¡y que digan que es el toro el que está desquiciado, con lo a gusto que se quedaría en una esquina mordisqueando alguna planta que creciera por ahí o sencillamente descansando!). Luego, entre las banderillas (de 80 cm, se dice pronto) y la puya, el toro tiene heridas profundas en su cuerpo, que afectan a los músculos, los pulmones, la pleura, el diafragma, el hígado... A menudo muere ahogado entre vómitos de sangre debido a estas heridas, o asfixiado porque la puntilla se le ha clavado en la médula espinal, entre las vértebras atlas y axis. Si no ha muerto para entonces, siempre morirá a base del estoque, desangrado. Y lo peor no es que el pobre animal sufra de tal manera, gratuitamente, ni que miles de espectadores disfruten de esta salvajada, ni siquiera que los toreros se hagan ricos y famosos. Para mí, lo peor es que se sigue defendiendo esta tradición simplemente porque es tradición española. Las tradiciones van y vienen, no hay porqué mantenerlas, si son realmente malas. Y, en mi opinión, los encierros son pasables y probablemente necesarios para la conservación del toro de lidia; las corridas, sin embargo, me parecen por lo dicho totalmente inadmisibles. Comparable a eso de los cristianos torturados por los romanos en los circos. Que no por no ser humanos tienen que sufrir y morir gratuitamente para satisfacer a cierta gente, esa creo que es una postura demasiado egocéntrica (¡me han llegado a rebatir diciendo que los demás animales están al servicio del ser humano y que por ello podemos hacer con ellos lo que queramos! Digo, ¿tendrá morro la gente...?).

La tortura no es arte ni cultura. No me gustaría a mí que me torturaran y yo agonizara para que finalmente me acaben matando, mientras 4000 vacas aplauden a mi muerte. A veces me avergüenzo de vivir en un país cuyo símbolo es el asesinato de un ser vivo indefenso.

El toro de lidia

El toro de lidia es una subespecie que originalmente surgió en la península Ibérica, aunque se ha introducido en más partes del mundo. Era salvaje, y de hecho no es sino el antepasado salvaje del ganado bovino doméstico, pero ya ha desaparecido en ese estado. Es bravo por su naturaleza y de ahí que se críe para ser empleado en encierros y corridas. Presenta un gran dimorfismo sexual y tamaño y peso variables. Su pelaje es asimismo extremadamente variable. Debido a que en España se han criado desde tiempos inmemorables para fines de entretenimiento, en este país se han desarrollado varias castas: jijona, castellana, andaluza...




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